Como
fiel seguidor de las orientaciones del mandatario estadounidense,
Donald Trump, quien se retiro del Acuerdo de París para el cambio
climático, el presidente Jair Bolsonaro se ha lanzado a destruir la
amazonía para, según afirma, impulsar la economía.
Para no dejar dudas, tras el informe presentado por el
sistema de alertas del Instituto Nacional de Investigación Espacial
(Inpe) donde se denunciaba que la Amazonía había perdido 5 879
kilómetros cuadrados en los últimos 12 meses, 40 % más que un año antes,
Bolsonaro destituyó a su director, Ricardo Galvao.
Como consecuencia de sus declaraciones que minimizaban las
cifras oficiales y las calificaba de “mentirosas” y “mala publicidad”,
la deforestación de esa reserva de la biosfera mundial se incrementó a
niveles alarmantes a partir de julio pasado.
El área desbrozada solo en julio, es tres veces más grande
que Nueva York, según el Inpe, instituto encargado de las mediciones, y
se cuadruplicó con respecto al año anterior en unos 3 000 kilómetros
cuadrados.
Los gobiernos anteriores encabezados por el Partido de los
Trabajadores, tuvieron como parte fundamental de la política ambiental
de Brasil, proteger la Amazonía, pero con la elección del actual
presidente ultraderechista, se ha dado un viraje total en contra de la
preservación de la selva tropical más grande del mundo.
Durante su campaña, Bolsonaro declaró en varias ocasiones
que las extensas tierras protegidas del país eran un obstáculo para el
crecimiento económico y prometió abrirlas para fines comerciales.
Entre las causas que han provocado la desaparición de los
bosques se halla la tala para vender las maderas preciosas; reducción de
las inspecciones ambientales; la obtención de tierras para cultivos de
soya y maíz; la ganadería extensiva; construcción de nuevas represas
hidroeléctricas y de caminos a través de la selva.
A su vez, estas acciones permiten a hacendados,
terratenientes y empresas nacionales y foráneas el acceso a tierras de
bajo coste, además de atraer a nuevos inmigrantes.
En total la amazonia cubre 4,2 millones de kilómetros cuadrados, el 65 % pertenece a Brasil y se estima que desde 1970 ha perdido unos 700 000 kilómetros cuadrados, lo que es equivalente a las superficies de Francia y Bélgica juntas.
En total la amazonia cubre 4,2 millones de kilómetros cuadrados, el 65 % pertenece a Brasil y se estima que desde 1970 ha perdido unos 700 000 kilómetros cuadrados, lo que es equivalente a las superficies de Francia y Bélgica juntas.
Recientemente, durante un evento de concesionarias de
automóviles efectuado en Sao Paulo, Bolsonaro se autodenominó "capitán
motosierra" al comentar sobre la forma en que la liberación de cifras de
deforestación "inexactas" por parte del Inpe repercutía en el
extranjero, por lo cual despidió a su director Ricardo Galvao.
La política contra el medio ambiente esgrimida por el
presidente ha provocado también grandes desavenencias con países de
Europa, sobre todo después de su discusión con sus homólogos Ángela
Merkel de Alemania y Emmanuel Macrón de Francia durante la cumbre del
G-20 el pasado junio efectuada en Japón.
En esa ocasión, los mandatarios europeos le advirtieron que
sus decisiones hacían peligrar la continuidad del Fondo Amazonia,
mecanismo de cooperación internacional que más recursos ha aportado para
reducir los gases de efecto invernadero por la deforestación.
En ese mismo escenario, Bolsonaro declaró a la prensa que había disfrutado hablar con Merkel y Macrón pero que ellos “Todavía no se han dado cuenta de que Brasil va hacia una nueva dirección”.
En ese mismo escenario, Bolsonaro declaró a la prensa que había disfrutado hablar con Merkel y Macrón pero que ellos “Todavía no se han dado cuenta de que Brasil va hacia una nueva dirección”.
Tras este primer incidente, ha arremetido en varias
ocasiones contra la presidenta alemana y hasta le ha dicho que el dinero
que destina a proyectos en la Amazonía lo invierta en la reforestación
de su país, “allá lo están necesitando más que aquí”, enfatizó.
Alemania aporta 80 millones de dólares al Fondo para
programas de desarrollos sustentables de la Amazonía que ya fueron
suspendidos, mientras que Noruega, el principal donante con cerca de 1
200 millones, ha anunciado la congelación de ayudas.
Estos dos países, junto a la petrolera brasileña Petrobras,
aportan dinero al Fondo que desde su creación en 2008, ha financiado
103 proyectos para la preservación de un ecosistema vital para contener
el calentamiento global.
El autoproclamado “capitán motosierra”, entre sus
controvertidas medidas, pretendía que se pudiera utilizar el Fondo para
indemnizar a terratenientes expropiados o a los que se les prohibieran
actividades productivas en las áreas protegidas.
Con ese fin y para tratar de eliminar a la Fundación
Nacional del Indio (FUNAI) ha puesto en manos del Ministerio de la
Agricultura la decisión sobre el uso de las tierras en detrimento de las
numerosas etnias indígenas. Durante su campaña electoral afirmó en una
entrevista que era una pena que la caballería brasileña no hubiera sido
“tan eficiente como la estadounidense que exterminó a todos los indios”.
El pueblo brasileño y las mujeres indígenas, lideradas por
la congresista Joenia Wapichana, han salido a las calles a protestar
contra las políticas de Bolsonaro, pero se hace necesario que también
las naciones del mundo exijan al presidente de Brasil la preservación de
la Amazonía para bien de las presentes y futuras generaciones.
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